Suele decirse que los delfines de nariz de botella son uno de los animales más inteligentes que existen. No sabemos si el acercarse a un humano para pedir ayuda es siempre un acto acertado, pero al menos en esta ocasión nuestro querido cetáceo fue sabio y encontró aquello que buscaba: que alguien lo liberara del anzuelo que llevaba clavado en su aleta. Ese doloroso anzuelo, que a su vez otro humano había lanzado al océano incautamente.

El delfín que decidió buscar auxilio en un buceador

La noticia salió publicada hace un tiempo en el Daily Mail. Todo ocurrió cuando un grupo de submarinistas estaban en el océano Pacífico, muy cerca de Hawai, observando mantas raya. Se trataba de una expedición organizada y financiada por la empresa Ocean Wings. Aquella era una mañana más que propicia para salir al océano y hacer buenas inmersiones con material de grabación, con el cual obtener unos cuantos reportajes sobre las siempre atractivas mantas raya.

Fue Keller Laros, el más experimentado de los submarinistas, quien vio como de pronto avanzaba hacia él un delfín, pero no era un delfín cualquiera, sino uno de los más atractivos e inteligentes. El llamado Delfín nariz de botella. El animal nadaba de modo extraño, como si de un momento a otro fuera a perder su equilibrio y a dejarse hundir en las profundidades del océano. Keller notaba que algo ocurría… el animal se le acercaba demasiado, era como si lo buscara a él en especial.

Delfín submarinista

¿Qué era lo que quería aquel precioso ejemplar? Parecía mostrarle su aleta izquierda. En efecto, ahí estaba: el animal quería  liberarse de una línea de pesca clavada con un anzuelo en su aleta pectoral izquierda. Pero estaba claro que él solo no podía, así que le estaba pidiendo ayuda del modo más evidente posible: se acercó a Keller y se apoyó en él, sin más. El delfín buscaba auxilio y lo esperaba directamente de él.

Al descubrir lo que ocurría, el submarinista intentó desenredar la línea de pesca de la aleta pectoral del delfín, notando cómo éste se mostraba sumiso y dócil en todo momento, permitiendo que lo tocara y que lo manipulara. Estaba claro que sufría, que sabía que no podía vivir con aquello y que era su única opción.

 «Traté de desenredarlo, tenía el gancho en la parte de afuera de la aleta pectoral, y una línea salía de su boca. Pero la línea estaba tan ajustada que le había provocado cortes»

Nos explicaba el submarinista. Así que en vista de la dificultad no tuvo más remedio que sacar su navaja para cortar la línea y así facilitar los movimientos del delfín. Tras hacerlo, el animal subió un instante a la superficie para coger aire, y después, descender de nuevo para que Keller acabara el doloroso trabajo. Como puedes ver en el vídeo que te mostramos más abajo, la tarea parece algo arriesgada, pero la verdad es que todo salió estupendamente.

Puesto que aquellos submarinistas se encontraban allí con todo el equipo para grabar a las mantas, la casualidad quiso que dieran con algo mucho mejor. Con algo más entrañable que pudo grabar Martina S.Wing, la propietaria de Ocean Wings. Una escena preciosa que debe darnos mucho para lo que pensar…