La historia está habitada por múltiples héroes anónimos. Grandes desconocidos que, poco a poco, están obteniendo su reconocimiento gracias a las nuevas tecnologías y a las redes sociales. Gracias estas podemos descubrir vidas como la de Nicholas Winton, un británico que llegó a salvar a 669 niños durante la Segunda Guerra Mundial, sin esperar nada a cambio. Sólo por la simple necesidad de hacer lo que debía.

¿Te gustaría conocer a este “Schindler” inglés?

El Schindler inglés que aún sigue con vida

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Así es. Nicholas Winton tiene, a día de hoy, 105 años y sigue siendo lo que fue en el pasado: un hombre sencillo que guardó riguroso secreto sobre la proeza realizada en su juventud. No le gustaba la fama y tampoco quiso que se revelara todo lo acontecido en un pasado del que no guarda excesivo buen recuerdo. Fue su mujer quien, tras un descubrimiento casual en un armario, supo quién era en realidad su discreto y heroico marido. Corrían los años 90 y ambos decidieron que tal vez era el momento de contar al mundo una asombrosa historia…

Nicholas era un inmigrante alemán de origen judío. Tuvo suerte en la bolsa y en 1931 se enriqueció notablemente, lo cual le permitió llevar una vida holgada donde no faltaban los viajes ni aquello que más le gustaba: esquiar.

Fue a finales de 1938 cuando la hegemonía de la Alemania nazi avanzaba con pasos de gigante extendiendo su sombra de oscuridad. Los campos de acogida empezaron a habilitarse en vista de los miles y miles de refugiados que huían de un sistema que los perseguía por su religión, su raza o su tendencia sexual.

Fue en esos días cuando Nicholas recibió la llamada de un buen amigo: Martin Blake. Le pedía que viajara a Praga con urgencia, que dejara todo lo que estuviera haciendo y que lo ayudara. Blake lo necesitaba para sacar de la República Checa a todos los niños judíos que les fuera posible. Niños judíos que se encontraban refugiados en un asentamiento cercano a la ciudad y que, en breve, acabarían siendo eliminados o llevados a campos de concentración por los alemanes. El país no iba a tardar en ser ocupado y las consecuencias serían terribles.

El dolor por no poder salvar más niños

Nicholas Winton no lo dudó y en pocos días se instaló en un distinguido hotel de Praga llamado Sroubek.  Allí, en su habitación, habilitó una improvisada oficina desde donde comenzó a organizar la puesta a salvo de todos los niños que le fuera posible sacar del país. A penas disponía de tiempo, así que debía ser rápido, muy rápido.

Era una tarea compleja, pero él era un joven muy avispado que disponía de innumerables contactos. Habló con las principales embajadas de Reino Unido para buscar familias de acogida que cuidaran de los pequeños que tenía intención de rescatar. Sabía que sus vidas pendían de un hilo y que serían muchos, cerca de 800.

Contó únicamente con la ayuda de dos amigos y de su madre, que le ayudó como secretaria. Finalmente sólo pudieron ser 669, no pudo acercarse a la cifra que tenía prevista… Pero aquel movimiento increíble y solidario fue llamado en Reino Unido ‘Refugee Children’s Movement’. El gobierno le dio medios y toda la ayuda, pero solo con una condición: que los niños que sacara fueran menores de 17 años. No podrían ayudar a sus padres ni a familias enteras. Cruel, desde luego, pero era la única opción y debía aprovecharla…

Día a día su habitación del Hotel fue llenándose de más y más niños. Los propios padres contactaban con él para que sus hijos tuvieran al menos una oportunidad. Las tareas se realizaron de modo clandestino, pero a lo largo de ocho partidas, Nicholas pudo sacar a 669 niños desde Checoslovaquia hacia un destino seguro. La desgracia llegó en la última salida, justo cuando llevaba 250 niños. Era el 1 de septiembre de 1939, el día en que Alemania invadió Polonia… momento en que se cerraron las fronteras y que marcó el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Aquellos niños acabaron en un campo de concentración nazi y su final, seguramente, fue realmente trágico, como el de millones de personas en aquel momento. Hecho que Winton nunca pudo olvidar.

El reconocimiento posterior de Nicholas Winton

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Nicholas Winton y Martin Blake – su amigo – lograron escapar y tras aquello, decidieron guardar silencio, riguroso silencio. Tal vez el hecho de no haber podido salvar a esos últimos 250 niños marcó sus vidas… algo horrible que jamás borrarían de sus mentes. Sin embargo, aquel silencio fue roto al llegar la década de los 90, justo el día en que la esposa de Winton descubrió casualmente un maletín que contenía documentación sobre la proeza realizada durante la IIGM. ¿Por qué no le había contado nunca nada de aquello? Lo desconocemos.

Obviamente la señora Winton pensó que aquello no debía mantenerse más tiempo en secreto… su marido necesitaba un reconocimiento, ya que a pesar de todo… había sido un héroe. En su memoria quedó el dolor de no haber podido hacer nada por aquellos 250 niños, pero los otros 669 habían tenido la posibilidad una vida plena gracias a él. La Reina Isabel le concedió el título de Sir y hasta hace poco no ha dejado de recibir reconocimientos.

Como muestra, te dejamos este emotivo vídeo que seguro te va a sorprender.