En Supercurioso siempre nos hemos interesado por toda clase de inventos y las curiosas vidas – o muertes – de sus inventores

En general, cuando oímos las palabras patente o invento las asociamos con grandes descubrimientos, con elementos que pueden hacernos la vida más fácil. Si bien es cierto que algunos corresponden a ideas geniales, hay otros que no lo son tanto. Un ejemplo de ellos es: el váter/respiradero, patentado por William O. Holmes el febrero de 1981.

De entrada, la relación entre váter y respirar parece bastante complicada, pero a William le resultó lógico e incluso útil.

¡Fuego! ¡Todos al váter!

Pongamos que se origina un incendio en nuestra casa y empezamos a tener problemas para respirar – la intoxicación por inhalación de humo es la principal causa de muerte en la mayoría de fuegos-. Según Holmes, para evitar la aspiración de esos humos, debemos tener el retrete preparado de la siguiente forma:

Tenemos que poner un tubo respirador que cruce el sifón del retrete hasta llegar al tubo de desagüe – que suele llegar hasta lo más alto del edificio – y de esta forma tener acceso a aire del exterior, libre del humo tóxico. La base de esto es que el agua del sifón evite que el humo llegue al desagüe.

Váter

¿Cómo usamos este invento?

Lo primero es tirar de la cadena – mejor evitar sorpresas desagradables.

Luego, metemos el extremo del tubo en el retrete hasta que esté fuera del agua del sifón. Una vez hecho esto, soplamos para quitar el agua del tubo (sobre todo ¡no aspiréis!).

Finalmente, te sitúas junto al váter y respiras a través del tubo mientras esperas a que lleguen los bomberos.

Es un método bastante rocambolesco, pero hay que reconocer que uno no se asfixiaría, aunque quizás, llegados a cierto punto del incendio, inhalar humos sería el menor de nuestros problemas.

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