Charles Darwin decía que el sonrojarse «es la expresión más peculiar y humana de todas». Y es que… ¿A quién no le ha pasado alguna vez? Sonrojarse de vergüenza, por un error, por estar cerca de esa persona que nos gusta o cuando hemos de pasar por una situación más o menos incómoda. Hay personas que tienen más facilidad que otras para sonrojarse, para mostrar de pronto ese rojo carmesí en el rostro tan apurado a la vez que divertido. Pero, ¿Por qué nos ponemos rojos? ¿Qué es lo que se activa en nuestro organismo, que hace que la sangre se concentre en las mejillas? Hoy en Supercurioso estuvimos investigando y te lo contamos. ¡Acompáñanos!

¿Por qué nos ponemos rojos?

sonrojarse

Ninguna especie, ningún otro ser vivo tiene la peculiar capacidad de sonrojarse del modo en que lo hacemos los seres humanos. Pero, ¿por qué nos ponemos rojos? ¿Por qué en ciertos momentos nuestras mejillas toman ese tono carmesí tan particular? El ruborizarse no es más que un reflejo involuntario del sistema nervioso simpático, el cual activa una respuesta instintiva que la mayoría de las veces no cumplimos: la de huir o la de pelear.

Imagina, por ejemplo, que estamos ante una sala llena hasta arriba de personas, dando una conferencia y en medio de la misma se nos rompe el pantalón con el que estamos elegantemente vestidos. Es inevitable el enrojecernos, el inflamarnos repentinamente en un ataque de comprensible e involuntaria vergüenza… qué mala suerte. Si somos unas personas responsables y con más o menos soltura, haremos una broma sobre la situación y saldremos más o menos indemnes del apuro. Sin embargo, nuestro sistema simpático, que tiene sus raíces en ese sistema primitivo del ser humano, nos pide una única respuesta: corre, vete, huye. Son reacciones instintivas, como pueden ser también las que experimentamos en esas situaciones en que se nos pone la piel de gallina.

1.¿Qué pasa en nuestro cuerpo cuando nos sonrojamos?

La respuesta a por qué nos ponemos rojos la encontramos en las increíbles reacciones involuntarias del cuerpo humano. Ante una situación embarazosa se eleva de inmediato nuestro nivel de adrenalina en sangre, aumentando el ritmo cardíaco y respiratorio. Pero aún hay más: se nos dilatan las pupilas al mismo tiempo que toda la energía y la fuerza se dirigen hacia los músculos. Es como si nuestro cuerpo nos dijera simplemente: corre, corre lo más rápido que puedas y vete de esa situación amenazante.

Es precisamente esta adrenalina la que hace que nuestros vasos sanguíneos se dilaten, pero lo curioso de todo esto es que la adrenalina consigue que solo lo hagan unos vasos en especial… los situados en la cara. Los llena de sangre y de oxígeno, de ahí que nos sonrojemos, que nos pongamos como dice la vieja expresión «como un tomate». Ocurre lo mismo por ejemplo con la excitación sexual y cuando llevamos demasiado alcohol en el cuerpo: la cara se tiñe al instante de un llamativo tono carmesí.

2. Una teoría diferente

Es curioso señalar que hay quien mantiene una teoría paralela que pretende explicar por qué nos ponemos rojos. Este planteamiento prefiere alejarse del plano biológico para centrarse en el evolutivo y social. Según esta corriente evolucionista las personas nos ruborizamos para demostrar arrepentimiento o remordimiento, es decir, una especie de gesto construido de acuerdo a unos códigos de conducta que han ido refinándose con el tiempo.

Según esto, cuando nos ponemos rojos lo que estamos haciendo es ofrecer una especia de disculpa «no verbal», es decir, cumpliría una  función social. ¿Creíble? La verdad es que no demasiado, porque la mayoría de las veces nos sonrojamos sencillamente por vergüenza, por apuro, por sofoco, por una situación que nos genera estrés y molestia. Es por ello que la teoría biológica sigue siendo la más aceptable. Y si hay personas que son más tendentes a enrojecerse que otras se debe básicamente a diferentes perfiles de personalidad.

Aquellas personas más introvertidas suelen evidenciar en más ocasiones el enrojecimiento, ya que por lo general suelen ser más tímidas y tendentes a evitar ciertas situaciones que les generan estrés o donde no se sienten seguras. Situaciones sociales que les provocan vergüenza y en consecuencia, enrojecimiento. Aun así, ninguno de nosotros nos libramos de padecer esta situación tan humana, simpática y comprensible.

3. ¿Cómo reaccionar cuando nos ponemos rojos?

Por qué nos ponemos rojos

Ya sabemos que la explicación a por qué nos ponemos rojos está en el sistema nervioso, en el organismo. Voluntariamente es poco o nada lo que podemos hacer para evitarlo. Pero una vez que nos sonrojamos, si podemos elegir como reaccionar. En primer lugar es importante que no olvidemos que se trata de una reacción absolutamente humana, así que no hay que sentir ningún tipo de vergüenza por ella.

También va a depender nuestra reacción de la situación que haya generado que nos ruboricemos. Quizás lo hicimos ante la persona que nos gusta, por haber dicho una palabra de más o haber hecho un movimiento gracioso. En ese caso puede generar incluso ternura o gracia, y hasta puede servir para construir un lindo momento. Ahora bien, si nos hemos sonrojado porque quedamos expuestos a una situación vergonzosa, la reacción generalmente es diferente.

Hay personas que en efecto huyen del lugar y se sienten muy mal, pero si ésta es nuestra tendencia natural, debemos intentar combatirla. Y para ello es importante que trabajemos en nuestra autoestima. Conocer por qué nos ponemos rojos nos permite entender esta reacción con naturalidad, y de la misma maneja debemos manejarla en el entorno en que nos suceda el hecho de sonrojarnos. La inseguridad frente a la persona que tenemos delante y con nosotros mismos es determinante en el el hecho de ponernos rojos se maxifique.

Así que, si trabajas en tu propia seguridad e incluso en tu sentido del humor, te sentirás más cómodo a la hora de interrelacionarte, de hablar con las demás personas, de exponer tus ideas, y por supuesto, de solventar de buena manera ciertas situaciones que te puedan generar vergüenza. Si te lo tomas con sentido del humor, seguro que puede resultar incluso beneficioso para ti. Si te ha gustado este tema y quieres empezar a trabajar en él desde ahora mismo, te dejamos con esta selección de las mejores frases sobre autoestima.