La crueldad animal es uno de los crímenes más frecuentes en el mundo, pues aún existen personas que se aprovechan de los animales para vivir a costa de ellos; un gran ejemplo de ello es Rajú, el elefante. Un bello ejemplar que duró media centuria padeciendo todo tipo de maltratos… En Supercurioso ya hemos hablado de las curiosidades de los elefantes, pero creemos que es hora de que conozcas una historia muy particular. ¿Nos acompañas? 🙂

Rajú, el elefante en cautiverioraju el elefante

Su nombre es Rajú, un precioso elefante indio que ha conocido en piel propia lo mejor y lo peor del ser humano. La suya es una historia de penurias y maltratos. Rajú es un elefante que vivió 50 años amarrado a unas cadenas sin saber lo que era dar un paso sin esas pulseras con pinchos hendidas en su piel. Valdría la pena preguntarnos ¿hasta dónde llega el ser humano por dinero? Y es que la codicia y crueldad humana han colocado a muchos animales en peligro de extinción.

Para su dueño, Rajú era una simple atracción turística, del cual obtenía beneficios sin darle el menor cuidado posible. Pero tras 50 años de sometimientos, Rajú por fin sintió lo que era ser un elefante. Gracias a la organización Wildlife SOS y a su gran equipo conformado por 10 veterinarios, 20 guardianes ecológicos y 2 policías Rajú logró su libertad. ¿Y sabes cuál fue la primera reacción de Rajú? Llorar. Los veterinarios no podían creerlo, el animal no dejaba de derramar una lágrima tras otra…

1. La triste historia de Rajú

Todos lloramos, y sabemos incluso por qué lloramos; pero… ¿Son los animales capaces de llorar? Hasta el momento pensábamos que no, que las lágrimas eran solo una reacción humana. No obstante, de ahora en adelante debemos tener en cuenta que: los animales también tienen emociones, sufren, se entristecen, se alegran y saben qué es la felicidad o la soledad; podríamos pensar, por ejemplo, en los animales más inteligentes del mundo, que con tan solo un hecho comprenden todo lo que sucede a su alrededor; esto es lo que le sucedió a Rajú el elefante.

Cuando aún era una cría, este elefante fue capturado por unos cazadores furtivos para ser posteriormente vendido. Su finalidad fue siempre la de servir de atracción turística, esto sucede mucho cuando el tráfico de animales no es controlado ni castigado, especialmente en países de medio oriente como India. Se dice que Rajú, el elefante, tuvo más de 27 dueños durante sus 50 años de esclavitud… Según los expertos de Wildlife SOS, el comercio ilegal de elefantes, comienza cuando cazan a una madre con su cría, en ese momento se deshacen de la madre asesinándola y robándole sus colmillos para vender, y se quedan con la cría, un bebé indefenso que será mucho más fácil de dominar.

En el caso de Rajú el elefante, era evidente los años de maltrato y sometimiento, pues la forma más habitual para tener controlado a un elefante es siempre mediante cadenas. Cadenas con pinchos amarradas a sus patas para impedirles cualquier paso más allá de unos metros, un modo de dominio y de tortura con la que ha vivido este gran animal toda su vida. Además, obviamente, de la presión psicológica que infundían sus dueños en él; lo tenían completamente intimidado, tras muchos años de gritos y golpes.

Rajú comía, básicamente, lo que le ofrecían los turistas, y si la temporada no era buena era habitual que el elefante se comiera las botellas de plástico que encontraba por el suelo. Ninguna persona se preocupó nunca en mirar a los ojos de este animal con el cual solían hacerse fotos. Su mirada triste y casi sin vida reflejaba una tristeza profunda que casi nadie comprendió. La crueldad animal es algo con lo que los humanos están normalmente familiarizados, pero poco a poco esto ha cambiado. Y muchas organizaciones han salido al rescate de animales que viven en condiciones extremas de violencia y hambruna.

2. El rescate y final feliz del elefanteraju el elefante

Como te comentábamos anteriormente, afortunadamente no todo fue indiferencia. Hace unos años, un componente de la organización Wildlife SOS se fijó en ese animal que deambulaba dando vueltas sobre sus propias cadenas. Sin apenas fuerzas y con los huesos sobresaliendo ya sobre su rugosa piel, la persona no tardó en denunciarlo, en ponerlo en aviso en el departamento forestal de Uttar Pradess.

Pese a que existieron trámites demorados y engorrosos, al final lograron conseguir que el juez dictara sentencia a su dueño… Mientras se cerraba todo el proceso (que duró al rededor de un año) todo el equipo de la organización temía por la vida de Rajú el elefante, nadie sabía si podría aguantar más tiempo en aquellas condiciones y con esos tratos. No obstante, ¡resistió! Rajú, sobrevivió un año más, mientras que se realizó el proceso penal. Pasa poco tiempo después del dictamen del juez para que el equipo de Wildlife SOS llegará al rescate de Rajú.

El rescate se llevó a cabo a media noche, al verlos, el elefante adivinó cuáles eran las intenciones de esas personas. Llevaban herramientas para soltar sus cadenas y material veterinario para atenderlo. Por primera vez en su vida, Rajú, intuyó algo que debía ser bueno, muy bueno. Al ver su presencia y sus caricias, sencillamente bajó la cabeza y empezó a llorar para sorpresa de biólogos y veterinarios. Fue un continuo fluir de lágrimas que les dejó admirados y emocionados, nadie podía negar que Rajú el elefante estaba agradecido y muy emocionado.

«Rajú estaba encadenado las 24 horas al día, un acto de intolerable crueldad. El equipo estaba asombrado de ver las lágrimas caer de sus ojos durante el rescate. ¡Fue muy emocionante! Sabíamos en nuestros corazones que se daba cuenta que lo estábamos rescatando», así aseguró Pooja Binepal, miembro de la organización Wildlife SOS.

Los rescatistas aseguran que la operación no fue sencilla, el dueño de Rajú se resistía y le gritaba al elefante para ponerlo nervioso. Luego de ello intentó retenerlo con una soga, pero afortunadamente nada sirvió; Rajú sabía quienes lo estaban ayudando. Ahora mismo este precioso ejemplar, está recuperándose en el Centro de Conservación de Elefantes de Mathura, disfrutando de agua fresca, mangos, plátanos, pan, galletas… y, por su puesto, de aquello que no tiene precio: su libertad.

Si te gustan las historias emocionantes como la de Rajú el elefante, te invitamos a conocer a tira, la cebra con puntos blancos. ¡Te encantará!