Todos conocemos al llamado faraón niño, el que fuera el monarca más joven de los conocidos hasta ahora y cuya tumba, situada en el Valle de los Reyes de Luxor, se alza como uno de los hallazgos arqueológicos más importantes encontrados. Pero ¿y si te dijéramos que, tal vez, el faraón niño no era tan niño, y que pudo en realidad llegar a ser padre? Te lo explicamos.

Las hijas gemelas de Tutankamón

En 1922 Howard Carter descubrió la fabulosa tumba de Tutankamón. Fueron muchos los objetos, utensilios, joyas, tapices, vasos canopos y artículos casi inclasificables que se encontraron en aquel reducido espacio donde se hallaba también la tumba del monarca. Era como si hubieran introducido casi precipitadamente y con grandes prisas todas las pertenencias del joven rey, encajándolas como un nervioso mosaico. Y la verdad es que, a pesar del desorden, lograron mantenerla a salvo de los saqueadores, de ladrones de tumbas que tanto abundaron desde la época de los faraones hasta los siglos posteriores.

Nadie dio con ella hasta que en 1922 Howard Carter y Lord Carnavon alcanzaron ese éxito que encumbra todo manual de arqueología moderna. Y algo realmente curioso que llega a suceder con estos hallazgos es que una vez son catalogados la mayoría de los objetos, muchos de ellos pasan a ocupar los rincones del olvido de muchos museos.

Es precisamente lo que ocurrió con dos pequeños fetos momificados. Desde 1922 estuvieron en un hospital de El Cairo, hasta que hace menos de dos años el gobierno egipcio decidió que era ya el momento para realizarles pruebas. Pruebas de ADN para averiguar su procedencia. Y es que las teorías que se mantienen desde que fueron encontrados mantienen casi con total seguridad que dichas criaturas son en realidad las propias hijas del monarca. Dos fetos femeninos de caracteres gemelos.

Esta teoría fue promulgada por el famoso doctor Robert Connoly, de la Universidad de Liverpool (Reino Unido), y es ahora cuando la ciencia ha avanzado lo bastante para poder llegar a confirmarlo o no. De momento, los científicos disponen de los siguientes datos de las niñas:

  • Una niña es más grande que la otra: una de 25 cm y la otra 36 cm
  • La niña más grande fue momificada por el rito de embalsamamiento (lo sabemos por el corte de 2 cm en el abdomen)
  • La pequeña simplemente fue desecada y aún tiene el cordón umbilical.

Las niñas fueron halladas en dos ataúdes individuales junto al fabuloso sarcófago de Tuntankamon. Pero la lástima es que están muy mal conservadas, desde que las encontraron no se preocuparon demasiado en mantenerlas en bien estado, de ahí que tras más de 6 décadas estos fetos sean todo un reto para la ciencia dado su deplorable estado. Pero aún así, según los expertos, han podido encontrar ADN para poder realizar las pruebas… Son muchas las personas que mantienen la esperanza de que la teoría mantenida hasta el momento sea cierta, y que esos dos pequeños fetos sean en realidad hijas del joven rey.

Y es que en el Antiguo Egipto era frecuente que los reyes se hicieran enterrar con algunos de sus hijos, al igual que lo hicieron Amenofis II y Tutmosis IV. Los datos nos dirán también cómo murieron las pequeñas. Solo esperemos que no sirvieran como ofrendas y que, en realidad fueran sacrificadas a propósito para acompañar el viaje al «más allá» del Faraón niño, ya sabes, el rey que además fue enterrado con el pene erecto, tal y cómo te explicamos una vez en Supercurioso.

Quién sabe…